LECCIÓN 232

Permanece en mi mente todo el día, Padre mío.

Padre mío, permanece en mi mente desde el momento en que me despierte, y derrama Tu luz sobre mi todo el día. Que cada minuto sea una oportunidad más de estar Contigo. Y que no me olvide de darte las gracias cada hora por haber estado conmigo y porque siempre estás ahí presto a escucharme y a contestarme cuando te llamo. Y al llegar la noche, que todos mis pensamientos sigan siendo acerca de Ti y de Tu Amor. Y que duerma en la confianza de que estoy a salvo, seguro de Tu cuidado y felizmente consciente de que soy Tu Hijo.

Así es como debería ser cada día. Practica hoy el final del miedo. Ten fe en Aquel que es tu Padre. Deja todo en Sus Manos. Deja que Él te revele todo y no te desanimes, pues eres Su Hijo.