No soy un cuerpo. Soy libre.
Pues aún soy tal como Dios me creó.
(187) Bendigo al mundo porque me bendigo a mí mismo.
La bendición de Dios irradia sobre mí desde dentro de mi corazón, donde Él mora. No necesito más que dirigirme a Él y todo pesar desaparece conforme acepto Su infinito Amor por mí.
No soy un cuerpo. Soy libre.
Pues aún soy tal como Dios me creó.