(105) Mías son la paz y la dicha de Dios.
Hoy aceptaré la paz y la dicha de Dios en grato intercambio por todos los substitutos de la felicidad y de la paz que yo mismo intenté.
(106) Déjame aquietarme y escuchar la verdad.
Permite que mi débil voz se acalle, para poder oír así la poderosa Voz de la Verdad Misma asegurarme que yo soy el perfecto Hijo de Dios.
A la hora en punto:
Mías son la paz y la dicha de Dios.
Media hora más tarde:
Déjame aquietarme y escuchar la verdad.