LECCIÓN 107

La verdad corregirá todos los errores de mi mente.

¿Qué otra cosa puede corregir las ilusiones sino la verdad? ¿Y qué son los errores sino ilusiones que aún no se han reconocido como tales? Allí donde la verdad ha hecho acto de presencia los errores desaparecen. Simplemente se desvanecen sin dejar ni rastro por el que se pudiesen recordar. Desaparecen porque, sin la creencia que los sustenta, no tienen vida. De este modo se disuelven en la nada de donde provinieron. Del polvo vienen y al polvo volverán, pues lo único que queda es la verdad.

¿Puedes imaginarte lo que sería un estado mental en el que no hubiese ilusiones? ¿Qué sensación te produciría? Trata de recordar algún momento - quizá un minuto, o incluso menos - en el que nada vino a perturbar tu paz; en el que te sentiste seguro de ser amado y de estar a salvo. Trata entonces de imaginarte cómo sería si ese momento se pudiera extender hasta el final del tiempo y hasta la eternidad. Luego deja que la sensación de quietud que sentiste se multiplique cien veces, y luego cien veces más.

Entonces tendrás un atisbo, que no es más que un leve indicio del estado en el que tu mente descansará una vez que haya llegado la verdad. Sin ilusiones no puede haber miedo, dudas o ataque. Cuando la verdad llegue todo dolor cesará, pues no habrá cabida en tu mente para pensamientos transitorios e ideas muertas. La verdad la ocupará por completo y te liberará de todas tus creencias en lo efímero. No habrá cabida para éstas porque la verdad habrá llegado y ahora dichas creencias no estarán en ninguna parte. No se pueden encontrar, pues ahora la verdad lo ocupa todo eternamente.

Cuando la verdad llega no se queda sólo por un rato para luego desaparecer o convertirse en otra cosa. Su forma no cambia ni varía, ni ella va y viene, para luego volver a irse y regresar de nuevo. Permanece exactamente como siempre fue, de manera que podamos contar con ella en caso de cualquier necesidad, y confiar, con perfecta certeza, en que estará con nosotros en todas las aparentes dificultades y dudas que engendran las apariencias que el mundo presenta. Éstas simplemente desaparecerán cuando la verdad corrija los errores de tu mente.

Cuando la verdad llega trae en sus alas el don de la perfecta constancia, así como un amor que no se arredra ante el dolor, sino que mira, con seguridad y firmeza, más allá de él. He aquí el don de la curación, pues la verdad no necesita defensa y, por lo tanto, no es posible ningún ataque. Las ilusiones pueden llevarse ante la verdad para ser corregidas. Pero la verdad se alza muy por encima de las ilusiones, y no puede ser llevada ante éstas para hacer que sean verdad.

La verdad no va y viene, no cambia ni varía, adoptando una apariencia ahora y luego otra, evitando la captura y evadiendo la atención. No se oculta. Se alza en plena luz, claramente accesible aprehensión. Es imposible que alguien que la busque verdaderamente no la pueda encontrar. Este día le pertenece a la verdad. Dale lo que le corresponde, y ella te dará lo que es tuyo. No fuiste creado para sufrir y morir. La Voluntad de tu Padre dispone que esos sueños desaparezcan. Deja que la verdad los corrija.

No estamos pidiendo lo que no tenemos. Estamos pidiendo simplemente lo que nos pertenece, de manera que podamos reconocer que es nuestro. Hoy practicamos con la feliz certeza que emana de la verdad. Los titubeantes e inestables pasos de la ilusión no serán nuestro enfoque hoy. Estamos tan seguros de que vamos a triunfar como de que vivimos, de que tenemos esperanzas y de que respiramos y pensamos. No tenemos ninguna duda de que hoy caminamos con la verdad, y contamos con ella para que forme parte de todos los ejercicios que habremos de hacer en este día.

Comienza pidiéndole a Aquel que te acompaña en esta empresa que permanezca en tu conciencia conforme vas con Él. Tú no estás hecho de carne, sangre y huesos, sino que fuiste creado por el mismo Pensamiento que le concedió a Él el don de la vida. Él es tu Hermano, y tan parecido a ti que tu Padre sabe que ambos sois lo mismo. Es a tu propio Ser al que le pides que te acompañe, y ¿cómo podría Él no estar donde tú estás?

La verdad corregirá todos los errores de tu mente que te dicen que puedes estar separado de Él. Habla con Él hoy, y comprométete a permitir que Su función se realice a través de ti. Compartir Su función es compartir Su dicha. Dispones de Su confianza cuando dices:

La verdad corregirá todos los errores de mi mente, y descansaré en Aquel que es mi Ser.

Deja entonces que Él te guíe dulcemente hacia la verdad, la cual te envolverá y te llenará de una paz tan profunda y serena que te será difícil regresar al mundo que te es familiar.

Aun así, te sentirás feliz de volver a ver ese mundo. Pues traerás contigo la promesa de los cambios que la verdad que te acompaña habrá de efectuar en él. Éstos serán cada vez mayores con cada regalo de cinco breves minutos que le hagas a Él, y los errores que rodean al mundo quedarán corregidos a medida que permitas que se corrijan en tu mente.

No te olvides hoy de tu función. Cada vez que te dices a ti mismo con absoluta certeza: "La verdad corregirá todos los errores de mi mente," hablas en nombre de todos y de Aquel que liberará al mundo según te libere a ti.